En el 2023 al menos 23 niños y adolescentes fueron heridos por disparos en ciudades como Hartford, New Haven, Bridgeport y Waterbury.
CONNECTICUT, EE.UU. – La violencia armada está cobrando un escalofriante peaje en la juventud de Connecticut, donde múltiples casos de niños y adolescentes heridos o asesinados por disparos han dejado una marca dolorosa en comunidades ya afectadas.
Los trágicos incidentes, algunos de los cuales involucran a jóvenes que simplemente estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado, han puesto de manifiesto la necesidad de abordar esta problemática con urgencia.
En el inicio de este año, Mark Mulongo, de 16 años, perdió la vida mientras jugaba baloncesto con amigos en New Haven, víctima de un trágico tiroteo. Pocos meses después, Alondra Vega-Martínez, también de 16 años, fue asesinada en su hogar de Hartford junto a su hermano, poco antes de comenzar su último año de secundaria y asumir el papel de capitana en el equipo de voleibol. La cruda realidad golpeó de nuevo cuando dos niños de 14 años fueron baleados en Hartford, seguido por una niña de 13 años herida por un disparo mientras viajaba en un automóvil en New Haven.
El 2023 ha sido testigo de una escalada de violencia, con al menos 23 niños y adolescentes heridos por disparos en ciudades como Hartford, New Haven, Bridgeport y Waterbury.
Mientras los departamentos de policía locales trabajan para combatir esta crisis, la cifra de heridos y fallecidos sigue creciendo. Las historias desgarradoras de vidas jóvenes truncadas por la violencia han llevado a un llamado conjunto de activistas, expertos y la policía para intervenir y proporcionar a los jóvenes alternativas a las opciones que pueden conducir a encuentros violentos.
A nivel nacional, las estadísticas son igualmente alarmantes. Según el Gun Violence Archive, un grupo independiente de investigación, los niños y adolescentes heridos por disparos han experimentado un aumento preocupante en todo el país. La tasa de tiroteos entre adolescentes de 12 a 17 años ha aumentado en un 39 % entre 2016 y 2022. En un panorama aún más sombrío, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han señalado que los tiroteos son ahora la principal causa de muerte entre niños en los Estados Unidos.
Según expertos, el impacto del trauma en los niños es profundo. William Carbone, del Instituto de Justicia Juvenil Tow de la Universidad de New Haven, destaca que múltiples experiencias traumáticas pueden afectar la salud mental y física, aumentando el riesgo de involucramiento en el sistema de justicia juvenil. La presencia constante de la violencia armada en los vecindarios también contribuye a la inseguridad.
El trauma puede alterar la toma de decisiones y perjudicar el desarrollo socioemocional, lo que puede desencadenar comportamientos impulsivos y relaciones negativas con los pares.
A medida que la comunidad busca respuestas y soluciones para detener esta creciente ola de violencia que afecta a los más jóvenes, el llamado a una acción coordinada y comprensiva se vuelve más urgente que nunca.